
Las galletas de trigo sarraceno con chocolate son unas de mi recetas veganas favoritas para las meriendas de invierno. Disfrútalas junto con tu taza de té o con un chocolate caliente.
Ingredientes (18-20 galletitas pequeñas)
1 taza de harina integral de trigo sarraceno (100 gr.)
80 gr. de copos de avena (sin gluten)
1/2 cucharadita de bicarbonato
1 pizca de sal marina / Himalaya
1 cdta. de canela en polvo (o de vainilla)
50 gr. de chocolate >70% de cacao (sin ingredientes de origen animal) (o nibs de cacao)
2 cda. de semillas de chía (o de lino)
1 cda. de thaini
2 cda de aceite de coco (de 1ª presión en frío)
5-6 cucharadas de sirope de ágave
1 cucharadita de vinagre de manzana
4 cucharadas de agua
Preparación
Mezcla las semillas de chía (o lino) junto con las 4 cucharadas de agua y deja reposar (10-15 minutos) para que las semillas suelten los mucílagos (sustancia gelatinosa).
Tritura en una procesadora de alimentos los copos de avena añade 1 cda. de thaini y vuelve a triturar.
En un recipiente, mezcla todos los ingredientes secos: harina, mezcla de avena, bicarbonato, 1 pizca de sal y 1 cdta. de canela.
Añade a la mezcla anterior, los ingredientes húmedos: aceite de coco, sirope de ágave, vinagre de manzana y las semillas de chía con su gelatina. Remueve y amasa con las manos hasta obtener una pasta. Incorpora entonces el chocolate cortado en trozos pequeños (o los nibs de cacao) y vuelve a amasar. Si tienes algún molde de galletas puedes rellenar el molde para darle una forma definida. En caso de no tener moldes puedes hacer una bola y poco a poco crear con la masa un cilindro alargado. Ves cortando la masa en porciones similares y dándoles forma de galleta. Colócalas sobre una bandeja de horno forrada con un papel vegetal.
Introduce en el horno a media altura, precalentado anteriormente a 180º C, y hornea unos 10-12 minutos, dependiendo del grosor de tus galletas asegurándose que se quemen.
Una vez estén, sácalas del horno y deja que se enfríen sobre una rejilla. Es en ese momento, cuando se enfríen, cuando las galletas adquirirán la textura crujiente que tanto las caracteriza.
Una vez frías, guárdalas en un bote/tarro de cristal para que se conserven durante días sin ningún problema.